2007/06/29

Si tu te desnudas...

Una noche de palabras crueles, aquel hombre me contó una historia. La princesa de la gran torre, elegiría a un caballero para casarse, los miraba desde su balcón y les dijo -me casaré con aquel caballero que luche contra el dragón sin armadura-, muchos caballeros se retiraron y quedo solo uno, aquel caballero le dijo a la princesa montado en su caballo, -yo lucharé contra el dragon sin armadura, solo si tu, cuando te cases conmigo, lo haces desnuda-

Esa madrugada fueron un sin numero de decisiones a la vez, un sin número de soltar y dejar marchar y hacer lo que el inconsciente acorralado quisiera mientras la conciencia que turbada, que sorprendida, observaba todos aquellos actos con mirada inmoral.

Meses antes habíamos quedado de acuerdo, él me dijo que el artista que fotografiaba gente desnuda vendría a México, que había una pagina de Internet, que metería sus datos, yo le dije que yo también, pero no lo hice, con el tiempo él me inscribió, al ver mi negativa a hacerlo, yo asentí pero temí un poco, no conocía para nada el trabajo de Spencer Tunik, la verdad, jamás imaginé como sería creía que era totalmente distinto.

Los meses pasaron y el día llegó, yo no sabía nada, la negativa de mi parte era extrema, yo quería que el caballero luchara desnudo, pero jamás he querido desnudarme yo, siempre buena escuchando, siempre buena dejando pasar a los otros primero, nunca confío, y de repente llegó el día que tenía que confiar o declinar la propuesta.

Todo fue automático, era como si un caracol recorriera 3 metros y regresara uno para llegar a las ramas de un árbol, mande mensaje y pensé si él no va yo no voy, pero el si iría, luego dije, si no llega a tiempo no voy ya es tarde, pero llegó, luego le dije a él y a mi, seguro ya no llegaremos ya no es la hora, ni modo, pero entramos, tarde pero entramos y adentro fue como si la conciencia regresara, ya no me podía mover, había llegado hasta ahí, tenía miedo, pero ya estaba dentro de las filas interminables de seres humanos que querían por una vez, participar en ese colectivo como objeto de arte.

Las horas pasaron lento y llego el momento, una voz dijo, desnúdense¡¡¡ todos gritaron, yo solo lo hice, hay momentos en que detenerse a pensar, puede detenerlo todo, cambiarlo todo.

Al dejar mi ropa en el piso, todo cambió, ya no había temor de nada, olvidé que destruiría mi relación de pareja con ese pianista puritano que odia las minifaldas y a las parejas gays, olvidé que posiblemente mis padres apelarían a la moral y a las buenas costumbres, quitándome la poca herencia que habían guardado para no dejarme sola en el fin de sus días, olvidé todo, y regresé a mi.

Lo demás fue solo confianza, lo mismo que con ropa, pero en el centro, lo mismo que un masivo, pero desnuda, nada mas.

Luego todos en las noticias dijeron los detalles, y yo al salir, solo sentí que desnudarse es confiar, y que a partir de esa madrugada, había movido un poco los límites de mi confianza, y ya para el otro día no me arrepentía, pensaba, que si por una vez hubiera escuchado mi mente conciente, nunca habría pasado, y tendría todo el tiempo para arrepentirme, por no haber confiado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"hay momentos en que detenerse a pensar, puede detenerlo todo, cambiarlo todo", cherto cherto, el inconsciente fluia por todo el zocalo y hacía formas caprichosas y rectas, inolvidable, irrepetible, enoorme

:p